CRÍTICA
por
Josep Alemany
AUTOAYUDA,
BODA Y CADÁVERES
Very Bad
Things se
dedica a coleccionar los cromos más actuales del
american way of life («estilo de vida
americano») para, a renglón seguido,
dinamitarlos a lo bestia. Cuando digo cromos
me refiero a personajes y situaciones
característicos, casi alegóricos, de nuestra
sociedad. Y, como es lógico, todo gira en torno
a un momento mágico por excelencia: la boda de
la joven pareja que forman Laura (Cameron
Diaz) y Kyle (Jon Favreau).
Kyle se va con sus amigos a Las
Vegas a celebrar la despedida de soltero tal como
dictan las normas. Y, de repente, se encuentran
con un fiambre en el cuarto de baño. Dicho
cadáver será el desencadenante de los
acontecimientos. Con su actitud, los integrantes
del grupo revelarán de qué materia están
hechos. Es decir, con qué molde los han
fabricado.
Como
todo régimen capitalista, la sociedad actual se
basa en la producción en serie, tanto de coches
como de personas. El tan cacareado individualismo
del mundo moderno, o posmoderno, yo no lo veo por
ningún lado. Lo que sí abunda, en cambio, es el
conformismo y el borreguismo. El gran
acierto de Very Bad Things
consiste, precisamente, en ofrecer un catálogo
de los novísimos ejemplares del zoo humano: los
personajes encarnan las últimas tendencias del
comportamiento posmoderno. Robert Boyd (Christian
Slater) es un
comunicador, ha realizado cursos de autoayuda y
dispara una verborrea arrolladora. Adam Berkow (Daniel
Stern) es el
adalid de la nueva religiosidad (que, por cierto,
no tiene nada de nueva: se trata de un refrito, o
un reciclado, de los dogmas más trasnochados).
Kyle es un pelele manejado por Robert y por la
novia, dice amén a todo. Laura sueña con una
boda de lo más convencional. Es una chica tan,
tan estándar que sólo falta que la veamos
leyendo el Cosmopolitan.
Mediante un humor negro,
incluso macabro, Peter Berg (director y autor del
guión) somete los estereotipos de la vida
americana a un tratamiento irreverente.
A una demolición desenfrenada. Tres ejemplos,
tomados al azar: 1) los preceptos religiosos que,
según Adam, deben observarse a la hora de
enterrar los cadáveres; 2) la oración fúnebre
que improvisa Kyle de noche, en el desierto; 3)
Adam y Michael Berkow constituyen la mejor
plasmación cinematográfica del mandamiento
bíblico «amaos como hermanos».
GALERÍA DE
MONSTRUOS
En
esa selección de personajes, los más normales,
los más «listos» son los más monstruosos:
Robert Boyd y Laura. Y no es ninguna casualidad
que acaben enfrentándose. Robert Boyd utiliza el
lenguaje y las dotes de comunicador para
manipular a los demás. Su actitud, en apariencia
desenvuelta, no es más que una máscara de las
peores intenciones. Laura, por su parte, está
dispuesta a hacer lo que sea preciso para llegar
el día señalado ante el altar. Lleva muchos
años concentrada en dicho objetivo. Y, una vez
alcanzado, exige más sangre para hacer de Kyle
un hombre nuevo adaptado por entero a sus
caprichos. La ambición de Laura origina la
última catástrofe. El final es atroz. El sueño
americano acaba en pesadilla.
(Aunque por comodidad, y por motivos
geográficos, utilizo el adjetivo americano,
mis comentarios también se refieren a Europa y a
gran parte del mundo, porque, a fin de cuentas,
el estilo de vida imperante coincide, en lo
esencial, con el americano.)
¿Tiene algún sentido discutir
sobre el mal gusto y el buen gusto? En algunos
casos sí. A propósito de Very Bad Things
no. El tono disparatado de algunas escenas está
más que justificado por el carácter iconoclasta
de la película, se inserta sin desentonar en el
conjunto de la narración.
Obra superficial e
intrascendente, Very Bad
Things dinamita sin embargo
los clichés del conformismo social y muestra los
monstruos que se ocultan detrás de la «vida
normal». La película, en definitiva,
no está mal.
ENLACES
Datos en la
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Imágenes
de Very bad things - Copyright © 1998 BallPark
Productions, Initial Entertainment Group y
Interscope Communications. Fotos: Robert
Zuckerman/Polygram Films. Todos los derechos
reservados.
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