CRÍTICA
por
Rubén Corral
Aliens y espías
Vincenzo Natali ya había
demos-trado su calidad como director en la cult-movie "Cube"
(id., 1999). Sin em-bargo, y pese a que su anterior pelí-cula
pudo verse en todo el mundo gra-cias al boca oreja más que a los
es-fuerzos publicitarios de costumbre, a Natali le ha costado lo
suyo volver a la gran pantalla. Y lo hace con una cinta muy
imaginativa, con divertidas pro-puestas estéticas y narrativas.
Asi-mismo, aunque no está a la altura del impacto conseguido con
su película de debut, “Cypher” es un muy buen thriller de
espías, que homenajea por igual a títulos como “Lemmy Caution
contra Alphaville” ("Alphaville", Jean-Luc Godard, 1965) o “El
mensajero del miedo” ("The Manchurian candidate", John
Frankenheimer, 1962), que saca lo máximo de un presupues-to más
o menos humilde –no en España, pero sí en Estados Uni-dos–
logrando interpretaciones notables incluso de un reparto con una
trayectoria cuando menos cuestionable como la de la “angeli-cal”
Lucy Liu.
En la misma línea de otra
película que ya tarda muchísimo en lle-gar a la cartelera
española –si es que acaba llegando– como es la notable
“Demonlover” (id., Olivier Assayas, 2002), el segundo
lar-gometraje de Vincenzo Natali es una historia de espionaje
industrial que sirve como vehículo ideal para plantear
cues-tiones de actualidad como la alienación del individuo,
la in-capacidad de decisión, la puesta en duda de un concepto
trascen-dental en la historia del pensamiento occidental como el
libre albe-drío, o el hastío rutinario.
Las referencias que se pueden
rastrear en esta película están mu-cho más allá del
frecuentemente apático espíritu crítico del cine co-mercial
mayoritario. Incluso del más interesante: viendo “Cypher” a uno
le vienen a la mente las historias de Philip K. Dick y, por
su-puesto, sus versiones cinematográficas, excelentes películas
como ‘”Minority
report” (id., Steven Spielberg, 2002), “Desafío
total” ("Total recall", Paul Verhoeven, 1990) o “Blade runner”
(id., Ridley Scott, 1982). Y es que la película de Natali es un
artefacto ideal para compaginar dos discursos superpuestos: una
historia en la que un hombre actúa como agente doble –en muchos
casos, y gracias al desarrollo tecnológico, incluso a su pesar–
en un enfrentamiento entre dos colosos industriales; y otra
trama en la que un hombre con una vida vaciada se entrega a lo
que él supone una vida de espía aficionado, casi de ficción,
como método para ocultar una existencia homogeneizada,
rutinaria, abúlica.
Sin embargo, nuestro Morgan Su-llivan/Jack Thursby (Jeremy
Nor-tham comunicando exactamente lo que siente el
personaje, es decir, ex-travío), que es captado para actuar
presuntamente como “agente secre-to”, es enviado a aburridas
convencio-nes sobre la hipertrofia de la industria de automoción
estadounidense o so-bre espumas de afeitado. Aunque no sea el
objetivo prioritario del film, a través de una serie de viajes a
lo largo y ancho de los Estados Unidos, Natali expone una
divertida teoría acerca de la homogeneización –también– de las
ciudades (¿al-guien sería capaz de diferenciar un suburbio de
Toronto del de uno de San José, Boise o Wichita? ¿y sus
aeropuertos? ¿y sus hote-les?) y, con ello, la anulación de las
individualidades como piezas fundamentales en la creación de
identificativos culturales propios. En definitiva: la
maquinización del hombre a través de la elimina-ción de sus
impulsos sentimentales.
El protagonista de
“Cypher” es un tipo mediocre, claramen-te superado por las
circunstancias, alienado, kafkiano, que sólo es capaz de
sentirse seguro de sí mismo cuando apa-renta ser un patético
aspirante a James Bond que dice jugar al golf y bebe güisqui
escocés junto a una exótica mujer que le dará calabazas; o
cuando reúne valor suficiente como para decirle a su esposa que
no soporta tener un perro. ¿Misantropía? Quizá, pero desde
luego, el guión de Brian King
y su puesta en escena no son precisamente optimistas respecto al
futuro de una subespecie gris con cuya sangre y su falta de
intereses se engrasan tantos meca-nismos del sistema.
Pero “Cypher” es, por encima
de todo, una película de espías, in-dependiente, con componentes
de ciencia ficción que esconde una historia de amor. Film de
espías al estilo clásico, las dos superpo-tencias han sido
sustituidas aquí por dos compañías gigantes, to-dopoderosas, que
se enfrentan por descubrir los avances consegui-dos por su
rival. Cayó el muro de Berlín, cayó el enfrentamiento
comunismo-capitalismo, pero quedan los métodos dentro del
sis-tema vencedor. De nuevo afán crítico el de Natali: no verán
ustedes ni un solo policía, ni un solo espía de algún gobierno,
ni siquiera un triste guardia de carretera. El gobierno parece
haberse esfumado por premeditada intención de guionista y
director.
Es esta una película de sorpresas mucho más que de suspense,
pero, frente a lo que se ha convertido en una obsesión en el
actual cine esta-dounidense –atraer la atención del es-pectador
exclusivamente por medio de giros abruptos de guión–, aquí
in-sertadas con la lógica con la que se ha hecho en el cine toda
la vida. Las intenciones de la trama son tan in-teresantes
como la trama misma. En ese equilibrio reside el éxito de la
propuesta de “Cypher”, un film que, como “Cube”, conserva un
sentido minimalista de la pues-ta en escena aunque el guión
imponga otros aditamentos que qui-zá perjudiquen al total
redondeamiento de la película. Pero pese a que no sea tan
evidente como en el debut de Natali (en “Cube”, la dirección
artística era tan apabullante que arrastraba prácticamente a
todo), “Cypher” también alcanza niveles de abstracción muy
cla-ros en la sensación que se extrae del film: el protagonista
nunca conoce a nadie, cuando lo hace es alguien muy
prescindible, aun-que haya extras, parece que siempre está
solo... Su puesta en escena logra esas notables cotas de
abstracción en las que poco importa el entorno, y la acción
resulta acentuada por todos los ele-mentos de la película: desde
los decorados minimal (probablemen-te a causa de un presupuesto
ajustado) hasta la partitura jazzy de
Michael Andrews, o el trabajo
solidario de actores y actrices por llevar la nave a buen
puerto. También una Lucy Liu que, aunque vi-niera de hacer el
irrefutable adefesio “Los
ángeles de Charlie” ("Charlie’s angels", McG,
2000), no dudó en meterse en la piel de una secundaria femme
fatale llamada Rita (¿adivinan por qué?).
“Cypher”, una película a
tener en cuenta, que se queda en la retina y en la memoria.
Confiemos en que el tercer largometraje de Natali (titulado
“Nothing”, ya debe de estar concluido) no tarde en llegar tanto
a nuestras pantallas.
Calificación:
    
Imágenes
de "Cypher" - Copyright © 2002 Gaylord Films,
Headspace y Pandora Cinema. Distribuida en España por Manga
Films. Todos los derechos
reservados.
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