CRÍTICA
por
Leandro Marques
Mirar con el cuerpo y el alma
Cada plano, cada textura, cada imagen de algún film de
Quentin Tarantino deja como
saldo, prácticamente, la misma sensación, que a la vez es norma:
no se miran, se viven. Tomando esto como punto de arranque,
puede decirse que el director de "Pulp fiction" logra un doble
cometido en su trabajo, porque no solamente es ca-paz de sumergir
al espectador en su fascinante manera de ver el mundo sino que
además construye desde ahí una realidad que por más disparatada
e inverosímil que parezca a lo lejos, a cualquier mirada
distante y no comprometida, es absolutamente creíble y hasta
lógica si se la entiende (o sea, se la vive) desde la coheren-cia
interna de la película. Gracias a ese doble juego, lo mágico, lo
deslumbrante, de los códigos, modos de actuar y de pensar de los
personajes cobran sentido y pueden desplegarse sin límites,
hasta alcanzar sitios impensables. E inaceptables también, si se
tratara de otra película, o de otro director.
"Kill Bill: Vol. 2" culmina
la serie de asesinatos que La Novia, el alias del personaje
interpretado por Uma Thur-man,
decide llevar a cabo como ven-ganza de los responsables de su casi
muerte (milagrosamente sobrevivió a un disparo a quemarropa en
la cabe-za) y, fundamentalmente, la del hijo que llevaba en su
vientre. En contras-te con la primera parte de la saga, y
justificadamente, la cinta esta vez tiene menos pasajes de
ac-ción y cuenta con más diálogos (de esos jugosos, con tinte
filosófico, que suelen hablar los personajes de Tarantino). Y es
que esta se-gunda parte tiene una razón de ser, un gancho
irrefutable, que es ver cómo la rubia protagonista culmina su
tarea y se las arregla pa-ra llegar y matar al principal blanco
de su venganza: el cruel Bill. Desde el inicio de la película se
sacan los falsos misterios, se sa-be que no le será fácil, pero
que finalmente La Novia se quitará de encima a Budd y Elle
Driver, sus dos enemigos siguientes en la lista (a los primeros
los liquida en la primera parte) y se encontrará cara a cara con
Bill, por lo que el camino hacia él tiene que tener otros
matices que se agreguen a lo ya visto en la primera parte. Más
sangre y muerte que en aquélla sería casi imposible, por lo que
la narración de Tarantino escoge nuevos senderos, menos
pre-visibles.
Realiza un repaso del
original ataque a La novia, en una lejana capilla del desierto
donde ensayaba su casamiento, repasa un po-co su historia, su
relación con Bill, las peculiaridades del amor que los unía, su
entrenamiento. Esos flashbacks son todos atrapantes,
especialmente por la riqueza y el color de los personajes, por
el trabajo de caracterización que permite disfrutar de cada uno,
por-que Tarantino le imprime a cada situación que relata un toque
de humor negro, porque la violencia nunca falta, y porque la
sabiduría de los diálogos es un condimento que complementa a la
fuerza de las imágenes a la hora de capturar la atención del
espectador y, to-davía más, de entablar un diálogo con él. Un
personaje a destacar es Pai Mei, el sabio maestro de kung fu que
instruye a La novia. Su larga barba blanca, su mirada temible a
la vez que pícara, sus cas-tigos, sus golpes, sus dichos. Un
personaje increíble, inolvidable. Respecto a los actores
principales, tanto Uma Thurman como, especialmente, el
fantástico David Carradine en su
papel de Bill, hacen un aporte de tal magnitud que resulta muy
difícil imaginar a otros actores cumpliendo sus roles.
Mientras la venganza se va
comple-tando, las expectativas del encuentro entre la rubia y
Bill se acrecientan. ¿Con qué nos sorprenderá Tarantino para ese
choque? Tanta sangre y vio-lencia en el camino, ¿cuánto más se
derramará en la pelea final? Ni un ins-tante, ni una toma, ni un
ángulo, ni una imagen es en "Kill Bill" como po-dría uno
imaginarse previamente. Este volumen segundo deja en claro una
cosa: más que la historia de una venganza, ésta es una
historia de amor. De amor y de códigos que no se traicionan. Así
son los personajes de Tarantino. La at-mósfera de cada imagen
está impregnada de la mística de los hombres y mujeres que
construyen y dan forma la realidad que in-venta el director. En
cada mirada, en cada palabra que se pronun-cia, un aura diferente
sobrevuela la pantalla. Eso se contagia. Llega al cuerpo del
espectador y lo atraviesa. Por eso, lo dicho al co-mienzo de este
escrito sobre cada plano, cada textura.... Una pelí-cula de
Tarantino no se observa y ya, asunto definido y a otra cosa. No.
Una película de Tarantino interpela constantemente al pleno del
espectador, por eso, además de invitarlo, le demanda y exige
total predisposición para dejarse llevar. Tanto como para en
algún mo-mento llegar sentir las ganas de matar de sus
protagonistas. Como para querer amar hasta al más cruel de los
asesinos. Casi sin pun-tos intermedios, con una violencia extrema
que también es amor extremo, una película del genial realizador
no puede ser nada más que mirada, y mucho menos pasividad. Es el
reclamo vívido de una manera de ser vista. Por eso, sólo puede
ser experimentada.
Calificación:
    
Imágenes
de "Kill Bill: Vol. 2" - Copyright © 2004 Miramax
Films y A Band Apart . Distribuida en España por Buena Vista
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