CRÍTICA por
Ismael Alonso:
El último grito
Si bien es cierto que aquello de
"segundas partes nunca fueron buenas"
es un dicho que tiene sus excepciones, tentar a
la suerte con una tercera parte resulta tan
temerario como absurdo. Coppola
lo intentó y le salió un mendruguete como "El Padrino III"
y Lucas llenó el
final de su trilogía de insufribles peluches.
Como no podía ser de otra forma Wes Craven, lejos de
mantenerse al nivel que había conseguido en "Scream 2", desciende
con paso apresurado al infierno de los tópicos
de los que presuntamente quería huir.
En esta tercera entrega de la saga del asesino de
la máscara fantasmagórica tanto él como su
guionista Ehren Kruger
(una vez que el creador original Kevin Williamson haya
abandonado la nave como las ratas cuando ven que
ésta está presta a hundirse) han pasado de
reelaborar les claves del cine de terror
adolescente para copiar directamente y lanzarse
al abismo que acabó con el subgénero
"slasher" allá por los últimos 80.
Las películas de hachazo y
tentetieso, de griterío imberbe y de asesino en
serie que nacieron en tiempos de John Carpenter, fueron
concebidas bajo los auspicios del terror
italiano, padecieron bajo el poder de secuelas
infumables y fueron crucificadas, muertas y
sepultadas por multitud de subproductos, copias e
imitaciones carentes de imaginación tuvieron en Scream su justa y efímera
resurrección. Pero, a partir de esta
primera parte, el proceso de corrupción por
repetición, que ya agotase la formula "Viernes 13" o "Pesadilla en Elm
Street" en su momento, se aceleró
hasta limites indecibles y en cuestión de tres o
cuatro años ha vuelto a convertirse en
un género aburrido, pobre y estúpido
(y ahí tenemos ejemplos como "Sé lo que hicisteis el
ultimo verano" o "Leyenda urbana").
"Scream 3" viene a ser el triste canto
de cisne de esta segunda y pronto agotada
juventud.
La lástima es que el público
mayoritario de las salas siga acudiendo en masa a
estos pobres ejemplos del mal llamado
cine de terror cuando no es más que cine de
sustos. "Scream 3" complacerá
a las hordas de quinceañeros pero difícilmente
satisfará a cualquier aficionado mínimamente
exigente. En lugar de experimentar, de dar un
paso hacia adelante en la construcción de un
mito "Scream 3" se dedica a
banalizar lo que tan merecidamente se había
elogiado de la película original. Los personajes
desaparecen, sus diálogos aburren, sus diatribas
no interesan y dejan de aparecer como víctimas
potenciales con un cierto grado de empatía con
el espectador para ser, directamente, ganado
sacrificable por el asesino. Los golpes de efecto
y los giros argumentales se mantienen pero la
historia desaparece a favor de una estructura
lineal y un argumento traído por los pelos que
concluye con un final casi bochornoso de puro
explicativo. Los interpretes clásicos de la saga
decepcionan (Courtney
Cox aparece con un aspecto francamente
deplorable y Neve Campbell
sigue tan sosa como el primer día) y de las
nuevas incorporaciones sólo Parker Posey merece una
discreta atención. Los guiños cinéfilos son
agradables aunque insustanciales y los diversos
cameos (Roger Corman,
Carrie Fisher o Kevin Smith y Jason Mewes dando vida a
sus alter ego Silent Bob
y Jay) al menos
aligeran el sopor que la trama produce cuando no
hay acción por medio.
Si bien es cierto que Scream se
planeó como una trilogía desde el principio lo
cierto es que esta tercera parte ha sido un triste
colofón tan innecesario como decepcionante.
Lo malo es que los imitadores la harán buena y
es que ya se sabe que "en el país de los
ciegos el tuerto es el rey".
ISMAEL ALONSO
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