Balance
final: En busca del autor desconocido
La Seminci se ha terminado. Como dijo su director en la
presentación de esta edición, no ha sido un año de “cine de
relumbrón”, y el festival vallisoletano ha sido un reflejo de
esa mediocridad anunciada. No ha habido películas brillantes, sí
unas cuantas notables y más de una que no ha dado el nivel
suficiente para estar presente. Por eso, lo mejor hay que
buscarlo en esa voluntad de convertir la Semana en un verdadero
escenario para directores poco conocidos, en una mina en que
puedan descubrirse pepitas de oro, como lo fue antaño. En esta
ocasión no había cineastas consagrados como Woody Allen, Theo
Angelopoulos, Ken Loach, Atom Egoyan, Robert Guédiguian, Abbas
Kiarostami, Costa-Gavras, Lars von Trier, Ang Lee o Zhang Yimou.
La actual directiva de
Juan Carlos Frugone
decidió arriesgar en la programación, inaugurarla con una
película de animación y clausurarla con un documental sobre un
equipo de fútbol, aparte de otras novedades como la inclusión de
foros de debate sobre el cine y los video-juegos. Y ya se sabe,
sólo quien arriesga puede equivocarse. Por eso, aun reconociendo
un nivel medio grisáceo en la Sección Oficial, hay que confiar
en que el camino tomado dé sus frutos en próximos años.
La presente edición nos ha dejado, sin embargo, alguna buena
película. Sin ir más lejos, la triunfadora "Optimistas"
de Goran Paskaljevic
es una buena merecedora de ese Premio al Mejor Actor que
recibió
Lazar Ristovski
por su versatilidad interpretativa; más dudas despierta su
Espiga de Oro, pues su carácter episódico le restaba
posibilidades frente a otras como "Derecho
de familia"
–que injustamente se va de vacío–, "Jindabyne"
o "Days
of glory",
que gozaban de más apoyo entre los críticos. Éstas han tenido
que conformarse con los premios a la Mejor Banda Sonora y a
Mejor Actriz –Laura Linney–
en el caso de “Jindabyne”, y del público en el de “Days of
glory”, totalmente merecidos. Excesivo galardón para la
realización serbia –también obtuvo el Premio de la Juventud–,
una cinta aceptable, combativa con el poder político y
tremendamente escéptica ante el futuro.
La Espiga de Plata fue para la iraní "Zemestan",
drama social de carácter humano y de cuidada factura, que le
hizo merecedora también del Premio a la Mejor Dirección de
Fotografía. Nada que objetar, aunque perfectamente podrían haber
ocupado su lugar otras muy válidas, según lo que comentábamos en
nuestra previsión del palmarés. Para el Premio “Pilar Miró” al
Mejor Nuevo Director, había siete candidatos y se lo llevó un
argentino, Hernán Gaffet,
prueba de la pujanza de esta cantera inagotable.
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Imagen de "Optimistas"
© 2006 Nirvana.
Todos los derechos reservados. |
Con lo dicho en las crónicas diarias, se puede apreciar que el
espectador fiel a la Sección Oficial ha viajado por todo el
mundo en busca de joyas escondidas en las cinematografías más
periféricas, con muestras de Filipinas, Egipto, México, Serbia,
Hungría, Australia o co-producciones en que participaban
Marruecos, Argelia... Quizá la nota negativa ha venido del cine
nacional, con tres propuestas que no se llevan ni siquiera
premios de consolación: ya dejamos claro lo patético que resultó
el pase de "El
ciclo Dreyer"
o lo poco atractivo de la propuesta del debutante
Falcón
en "La
caja";
sólo Felipe Vega
logró una obra digna cinematográficamente a la hora de recrear
situaciones y personajes, por otra parte bien interpretados.
Pero parece que no cambiaremos en este país, y que seguiremos
pensando que nos merecemos más, que el apoyo al cine español
debe ser ciego, y que la manera de subir el nivel es
subvencionar más películas –aunque no lleguen muchas a
estrenarse–. Es posible que haga falta desprenderse de algún
complejo, y también de tópicos trasnochados y de un tono
soez-frívolo que nada tienen que ver con una invisible
personalidad cinematográfica.
Curiosamente, los españoles hacemos mejor cine documental que de
ficción. Aun no pudiendo compararla con otras propuestas de
Tiempo de Historia –imposible verlo todo–, nos llamó
poderosamente la atención
“Las alas de la vida”,
por su hondura humana y por su cuidada elaboración: nos
alegramos de que se haya llevado el primer premio en esta
sección, quizá la mejor del festival. También la ganadora en
Punto de Encuentro, la argentino-española "El
destino"
de
Miguel Pereira
resultó una cinta con muchos aspectos destacables, y sorprende
que no estuviera en la Sección Oficial pues su calidad era
superior a otras incluidas allí.
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Fotograma
de "Zemestan"
© 2006 AMA Media.
Todos los derechos reservados. |
En definitiva, una edición con un pelotón de cine que ha ido muy
agrupado y de una calidad mediana, con algunas películas
descolgadas y para olvidar, y con ninguna para la historia.
Convenció la propuesta “prólogo” de animación
“Azur y Asmar”, y
defraudó el documental que hacía de “coche escoba” por su
carácter televisivo-informativo. También se constata que lo
mejor suele venir de Cannes, Montreal y festivales similares:
ahí están "The
queen (La reina)", "Catch
a fire"
o "Days
of glory".
Y la experiencia de que para incluir un documental en la sección
principal hay que asegurar que goza de alto nivel artístico
–dudoso en el caso de "Una
verdad incómoda", "¡Que
sea rock!"
o la mencionada sobre el fútbol del Cosmos–.
Ahora, sólo queda esperar un año de más calidad con la ilusión
de que no se quede todo por el camino, y de que en la próxima
Seminci podamos disfrutarlo y “descubrir” nuevos valores, aunque
no se llamen Bergman.
Resumen palmarés oficial
de la 51ª Seminci:
- Espiga de Oro
"Optimistas", de Goran Paskaljevic
(Serbia)
- Espiga de Plata
"Zemestan",
de Rafi Pitts (Irán)
- Premio "Pilar Miró" al
Mejor Nuevo Director
Hernán Gaffet, por "Ciudad
en celo" (Argentina y España)
- Premio al Mejor Actor
Lazar Ristovski, por "Optimistas" (Serbia)
- Premio a la Mejor
Actriz
Laura Linney, por "Jindabyne" (Australia)
- Premio a la Mejor
Música
Paul Kelly y Dan Luscombe,
por "Jindabyne" (Australia)
- Premio a la Mejor
Dirección de Fotografía
Mohammad Davoodi, por "Zemestan"
(Irán)
El Jurado Internacional estaba integrado por: Manuel Antín
(Argentina), Matías Bize (Chile), Lucio Godoy (España), Jennifer
Green (USA), Paul Leduc (México), Marina Saura (España) y Yoima
Valdés (Cuba).
Crónica,
viernes 27 Octubre
El día comenzó con la proyección, fuera de concurso, de la
española "La
caja",
ópera prima del canario Juan Carlos Falcón
a partir de la novela de
Víctor Ramírez, con
Ángel Molina,
Elvira Mínguez,
Antonia San Juan,
María Galiana
y Joan Dalmau
como principales protagonistas. Se trata de una tragicomedia
construida a partir de la muerte de Don Lucio, un individuo
odiado por los vecinos del pueblo a causa de sus abusos; ahora,
en el velatorio, todos aprovechan la ausencia de una ingenua y
escapista esposa para saldar sus cuentas y sacar provecho a la
situación. Humor negro para un guión predecible y tópico, que
cae en chistes fáciles y burdos, más próximos a la burla grosera
que a la ironía y sutilidad elegante: una pálida sombra del
mejor Berlanga que no sabe evitar que sus esperpénticos
personajes no se conviertan en marionetas que sufren los
forzados giros del guión y que no evolucionan con convicción;
situaciones atávicas y tipos populares mil veces vistos, para
volver a unas obsesivas fijaciones de parte del cine español,
incapaz de despegarse de clichés trasnochados que se repiten
hasta la saciedad. Tampoco la dirección de actores –o más bien
de actrices– está lograda, pues no llegan a una verdadera
sintonía en sus relaciones, ni tampoco consiguen expresar una
interioridad al margen del superficial guión.
Vista la programación del día, parece que
Al Gore
ha abierto la espita de la Sección Oficial al cine
norteamericano, que se completa con otros dos trabajos en esta
recta final. Para empezar,
Phillip Noyce
en la dirección y
Tim Robbins
en la interpretación nos han traído "Catch
a fire"
(Atrapa el fuego), película que se adentra en el apartheid
sudafricano a partir de la historia real de
Patrick Chamuso, un
buen hombre que vive pacíficamente con su familia, su trabajo
como capataz en una refinería y su pasión por el fútbol. Sin
embargo una injusta represión, brutal y humillante, que sufren
él y su mujer por un atentado le empujan a implicarse en la
lucha por la independencia del país y se integra en un grupo
armado del Congreso Nacional Africano. Una historia de lucha
política por la libertad pero también de redención personal a
través del perdón heroico al agresor. El guión es ágil, en
ningún momento pierde ritmo, a pesar de que deja poco claros
algunos hilos argumentales como el misterioso pasado de
Patrick y su familia. Sin embargo, la puesta en escena logra
momentos de gran fuerza dramática y emotiva, mientras que
Derek Luke
y Tim Robbins mantienen un duelo interpretativo a la altura de
los personajes que encarnan, haciendo creíbles el cambio de
actitud o la resistencia a reconocer la injusticia,
respectivamente. Noyce consigue uno de esos filmes en que el
espectador no mira el reloj y se ve inclinado al aplauso
cuando la trama de ficción da paso a unos créditos finales que
dan cuenta de lo que sucedió al protagonista real hasta el
momento presente. Esta historia de heroísmo no es nueva, pero
está muy bien llevada a término y sirve de ejemplo para
nuestro tiempo.
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Phillip Noyce y Tim Robbins en el rodaje de "Cath a fire"
© 2006 UIP.
Todos los derechos reservados. |
La tercera película americana presente –aunque en co-producción
con Gran Bretaña– ha sido la realizada por
Paul Crowder
y John Dower,
elegida para la clausura. Lleva por título "Once
in a lifetime: The extraordinary story of the New York Cosmos"
y recoge la historia del equipo de fútbol de Nueva York en que
jugó Pelé, desde su formación a golpe de talonario hasta su
desintegración. Documental sobre el fútbol como metáfora de una
sociedad que busca el éxito a toda costa y que pone en el
glamour un énfasis que esconde su vaciedad.
Para terminar, es necesario hacer referencia a dos proyecciones
especiales de la Semana. Por un lado,
Luis Buñuel
y su película
“Robinson Crusoe”, y,
por otro,
Glauber Rocha
y el clásico del cinema novo brasileño
“Dios y el diablo en la tierra del sol”.
En ambos casos, la libertad del hombre y su necesidad de
encontrar un espacio en el mundo. Buñuel lo hace relatando la
conocida historia del náufrago que descubre la esencia social
del hombre en una isla desierta a partir de la amistad con
Viernes; Rocha, acercando su cámara a una pobreza de las clases
bajas que, con una religiosidad mezclada con superstición y
abundante dosis de marxismo, propicia la revolución sangrienta
de la “teología de la liberación” y un laicismo beligerante.
“Robinson Crusoe” está rodada en un eastmancolor
pasteloso propio de la época y de Hollywood, con un estilo muy
apegado al original literario con sólo algunos restos
surrealistas; “Dios y el diablo en la tierra del sol”, en un
hiperrealismo de fuertes contrates en blanco y negro, y con una
puesta en escena cruda apoyada en abundantes y expresivos
primeros planos.
Mañana se hará público el palmarés. Entonces podremos volver a
comprobar cómo el cine no deja a nadie indiferente, cómo cada
uno lo interpreta de manera tan arbitraria como discutible, y
cómo nunca llueve a gusto de todos en esto de repartir premios.
Pero eso y una valoración general del festival lo dejamos para
otro día.
Nuestro
palmarés
Una vez que hemos visto todas las películas en
competición, ha llegado el momento de elaborar nuestro palmarés
de la Sección Oficial de esta Seminci’51. Ya hemos comentado al
inicio de la presente edición la casi total ausencia de grandes
directores o de películas que hubiesen estado en otros
festivales, y también el riesgo asumido al orientar el barco
hacia mares desconocidos. Se puede decir que hemos visto algunas
buenas cintas pero ninguna extraordinaria, y sí en cambio
algunas totalmente prescindibles.
Por eso, para repartir los galardones puede resultar más fácil
proceder por el sistema de exclusión, y dejar fuera a algunas
como la decepcionante "El
ciclo Dreyer"
de
Álvaro del Amo, la
inacabable propuesta egipcia "Omaret
Yacoubian",
la esperpéntica alemana "Der
lebensversicherer",
la espesa "Friss
levegö"
o la melodramática mexicana "Más
que a nada en el mundo".
Tampoco parecen firmes candidatas las venidas de lejanos países
como Japón –“Yureru”
(Indecisión)– o Filipinas –"Kubrador"
(La recaudadora de apuestas)–, aunque nunca se sabe lo que puede
pasar en un festival.
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Imagen de "Days of glory"
© 2006 Notro Films.
Todos los derechos reservados. |
En cambio, pensamos que tienen muchos boletos para llevarse la
Espiga de Oro algunas obras notables, aunque probablemente no
lleguen a pasar a la Historia del Cine. Gustó mucho por su
equilibrio y fuerza narrativa la co-producción "Days
of glory"
de
Rachid Bouchareb, a la
vez que por el retrato humano de cada una de las historias
personales. A su lado, la comedia argentina de
Daniel Burman
"Derecho
de familia"
gozó también del respaldo de la crítica y del público, por lo
que podría llevarse también el premio de este último. Y no
pasaría nada si la premiada fuera la australiana "Jindabyne",
drama interior bien contado y estupendamente ambientado, así
como la española de
Felipe Vega
"Mujeres
en el parque",
con buenas interpretaciones aunque también con algunos defectos
importantes de guión. En buena lógica, una de ellas se tendría
que consolar con la Espiga De Plata, que seguro que no amargará
a su distribuidora (que es quien se lleva la compensación
económica) y al director.
En tierra de nadie quedarían otras propuestas como la iraní "Zemestan"
(Es invierno), la serbia de
Goran Palkaljevic
"Optimistas",
la argentina "Ciudad
en celo"
o la co-producción "Das
fräulein".
Siendo aceptables, no alcanzan el nivel de las anteriores y
quizá les quede grande el premio.
De lo comentado hasta aquí puede deducirse ya quién podría
llevarse el premio Pilar Miró al mejor nuevo director, que
podría recaer en
Ray Lawrence
(“Jindabyne”), Rachid Bouchareb (“Días de gloria”),
Rafi Pitts
(“Zemestan”) o incluso en
Hernán Gaffet
(“Ciudad en celo”).
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Imagen promocional de "Jindabyne"
© 2006 April Films, Finance Corporation Australia, Babcock & Brown
y Redchair Films.
Todos los derechos reservados. |
A la hora de escoger las mejores interpretaciones, para el mejor
actor vemos con muchas posibilidades al serbio
Lazar Ristovki
(“Optimistas”), al uruguayo
Daniel Hendler
(“Derecho de familia”), o al conjunto de los intérpretes –Jamel
Debbouze
en particular– de “Days of glory”. Entre las actrices, nos
decantamos por
Laura Linney
(“Jindabyne”), seguida de las españolas de “Mujeres en el
parque”, toda vez que
Hellen Miren
("The
queen [La reina]")
está fuera de la competición. La novedad en esta edición será la
concesión de un premio para la mejor música original, para el
que damos nuestro voto a la australiana “Jindabyne”. Y por
último, el premio a la mejor fotografía podría recaer
perfectamente en “Das fräulein” o en la iraní “Zemestan”, aunque
el espacio se presenta muy abierto.
Crónica,
jueves 26 Octubre
Al menos por estas tierras estamos teniendo estos días unas
temperaturas más altas de lo habitual. Quizá por eso
Al Gore,
vicepresidente con Clinton, se ha dirigido a la ciudad del
Pisuerga para alertarnos del calentamiento global del planeta
con un documental, proyectado hoy fuera de concurso en la
Sección Oficial. De hecho, al comienzo le vemos dirigirse a
Valladolid y a Frugone por darle la oportunidad de hablar a los
asistentes al festival. El director de "Una
verdad incómoda"
es Davis Guggenheim,
pero el protagonista absoluto es el citado político, que durante
hora y media nos ofrece una visión catastrofista de esta
degradación de una atmósfera cada vez más contaminada: huracanes
y tifones, nuevas enfermedades y extinción de especies animales
con el consiguiente desajuste del equilibrio ecológico,
inundaciones de ciudades tras el probable deshielo de
Groenlandia o la Antártida... a no ser que el mundo –y en
especial los políticos– asuman una nueva mentalidad en el uso de
las nuevas tecnologías, de la tala de bosques o del consumo
doméstico-industrial de la energía eléctrica, por ejemplo. Sin
cuestionar el rigor científico de todas sus aseveraciones –él
dice que la comunidad científica es unánime– ni la evidente
necesidad de cuidar el planeta en que vivimos, el tono que
adquiere su intervención en la película despierta escepticismo,
por la excesiva presencia de asuntos personales en que se mezcla
lo sensiblero con lo directamente político –no podía ser menos
en un profesional– en sus ataques a la administración Bush. El
carácter didáctico –recuerda mucho al cine de propaganda “Por
qué luchamos” elaborado durante la 2ª Guerra Mundial, salvando
las distancias– se carga de datos y gráficos, de imágenes de
catástrofes e incluso de un par de secuencias de dibujos
animados que se combinan en una puesta en escena típica del show
americano, con todo un aparataje puesto al servicio del arte de
la oratoria y la retórica. Como tal, el documental está bien
realizado y mantiene la atención, a pesar de lo abrumador que
resulta en algunos momentos su exposición y las dudas que
despierta en un espectador que termina preguntándose si no
estará de nuevo siendo manipulado.
Con todo, a pesar de las predicciones de Al Gore, lo que hemos
respirado esta tarde en la Seminci ha sido más bien el frío y
los ambientes desangelados del cine venido del Este de Europa.
La húngara
Ágnes Kocsis
y su "Friss
levegö"
(Aire fresco) reinciden en la soledad y falta de afectos de una
madre obsesionada con los olores –trabaja limpiando unos
servicios públicos– que malvive con su hija, una adolescente que
sueña con abrirse camino en el mundo de la moda. Fotografía de
tonos fríos, escasos y parcos diálogos, gestos serios y
doloridos interiormente, desnudez y pobreza de escenarios para
retratar dos almas, dos generaciones, anegadas en la tristeza y
el desamparo. Una historia deprimente contada con ritmo lento y
cansino, que vuelve una y otra vez sobre un pasado de abandono y
un futuro sin esperanza, y en la que fotografía e
interpretaciones resultan decisivas para generar ese pesimismo
desolador de una sociedad que no acaba de respirar aire fresco.
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Imagen
de "Friss levegö"
© 2006 KMF Film y Csaba Einspach.
Todos los derechos reservados. |
Antes, a primera hora de la mañana hemos visto una de las pocas
películas procedentes de festivales previos, en concreto de
Cannes. Se trata de "Days
of glory",
una co-producción de Francia, Marruecos y Argelia dirigida por
Rachid Bouchareb. El
largometraje rinde un emotivo homenaje a los soldados de las
antiguas colonias francesas que lucharon por defender a la madre
patria contra el enemigo nazi, y que fueron tratados
discriminadamente durante la misma contienda para más tarde –con
la independencia de sus países– ser privados incluso de sus
pensiones. Quizá sea uno de los mejores trabajos presentados en
la Semana. Las historias personales de los cuatro soldados
protagonistas y de su sargento tienen cuerpo y están contadas
con emoción y humanidad, sus personajes están bien perfilados y
estupendamente interpretados –uno de ellos se llevó el premio en
Cannes, y todos se lo merecerían en Valladolid–, y las escenas
de guerra están magníficamente rodadas. El guión es fluido y
equilibrado, el espectador se encuentra en todo momento bien
situado en los acontecimientos y se siente conmovido con las
historias sin que éstas pequen de melodramáticas. Una apuesta
con muchos visos de llevarse premio, a tenor de una despedida
con muchos aplausos en su primera proyección de la Seminci.
Crónica,
miércoles 25 Octubre
En el recorrido de la Seminci por el cine periférico, le ha
llegado el turno a Egipto y al director
Marwan Hamed, que nos
trae "Omaret
Yacoubian" (El
edificio Yacoubian), una metáfora de la corrupción instalada en
su país. Precedida por la polémica en el mundo árabe y con el
mayor presupuesto que ha tenido el cine egipcio, la cinta tarda
en arrancar y enganchar al público, y sólo en su parte final
adquiere fuerza dramática. La cámara sigue a los inquilinos de
un representativo edificio de pisos de El Cairo, habitado por
unos curiosos vecinos: personas influyentes en los pisos
principales y gentes humildes en el ático adaptado como
vivienda. Son historias de corrupción política o económica, de
homosexualidad o adulterio, de búsqueda de amor o de lazos
familiares que se rompen, de codicia sin escrúpulos o de una
religiosidad que deriva en fanatismo y terrorismo. A cada
personaje el director le define por sus actos y le concede un
final cargado de sentido moral, en un intento de regenerar la
vida del inmueble-país y de que recupere aquellos años perdidos.
Una visión melancólica y una factura realista para un trabajo
que en muchos momentos adopta el carácter de serial televisivo
melodramático, y en el que sus casi tres horas de metraje
parecen un peaje excesivo.
Decepcionante, ridícula e insultante a la inteligencia ha
resultado "El
ciclo Dreyer"
de
Álvaro del Amo,
segunda propuesta española a concurso. El título responde a
una actividad de cine-club madrileño en los años sesenta,
organizada por Carlos y Julia, cinéfilos que viven
vampirizando el amor que presenta la pantalla y la propia
realidad. La estabilidad del noviazgo entre Carlos y Elena se
pondrá a prueba con la llegada de Santi, un joven sacerdote
que está de paso camino de las misiones de África, momento en
que Julia esperará tener su oportunidad. Desde los primeros
planos, la cinta no tiene desperdicio y uno se pregunta cómo
es posible que se ruede y distribuya una historia tan poco
verosímil y tan poco conseguida: los diálogos resultan
artificiosos, no porque sean literarios sino por lo mal
construidos e hilvanados que están; la puesta en escena es
pretenciosa al intentar emular, por ejemplo, a “Gertrud” de
Dreyer; las interpretaciones resultan patéticas y sin alma,
especialmente la de Fernando Andina,
forzadas por una caracterización insulsa de los protagonistas;
y el guión es asombrosamente previsible desde la aparición de
cada personaje, además de ideológico, anticlerical, y con una
pedantería alarmante. Los guiños cinéfilos y el aire
discursivo que adquieren los cine-fórum causan vergüenza ajena
en quienes apreciamos el cine, por su tono remirado, y es tal
la superficialidad con que se trata al director danés que se
convierte en una ofensa a su obra. El ambiente en la sala
durante su proyección alcanzó tal clímax que cualquier diálogo
despertaba risas, no porque fuera divertido sino porque
resultaba absurdo y fuera de lugar, y un pataleo final así lo
certificó. Realmente, si filmes como éste son los que deben
levantar al cine español, aún tendremos que esperar muchos
años y confiar en un milagro al estilo de “Ordet”, a la vez
que se sigue viviendo de las subvenciones.
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Pablo Rivero y Ruth Díaz en "El ciclo Dreyer"
© 2006 Premium Cine.
Todos los derechos reservados. |
Para subir el nivel cinematográfico no tenemos más remedio que
acudir al ciclo de
Satyajit Ray, padre
del cine indio y autor de la famosa “Trilogía de Apu”. Estos
días tenemos la oportunidad de ver siete obras inéditas en
nuestro país, que reflejan la realidad del país como lo hiciera
Tagore con su poesía. De hecho, una de las películas recuperadas
es un documental sobre la vida de este premio Nobel de
Literatura. Una obra de Ray que se presenta como deudora del
realismo poético de “El río” de Jean Renoir o del “Ladrón de
bicicletas” de Vittorio de Sica, y en la que –como dijo su hijo
Sadip Ray
en la rueda de prensa– el propio director se encargaba de
controlar todos los detalles del rodaje. Un cine comprometido
socialmente, como es patente al ver en
“La entrega”
una crítica al sistema de castas, o recoger en
“El salón de música”
la desaparición de un mundo de privilegios y servidumbres. Otras
realizaciones suyas en el ciclo son “La
expedición”,
“La piedra filosofal”,
“El héroe”
o
“El extraño”: todo un
lujo, aunque sean proyecciones en DVD. Cine para la
contemplación, sin concesiones melodramáticas –nada que ver con
el llamado Bollywood–, y que mira con respeto al hombre y a su
interioridad.
A última hora, asistimos a una co-producción de Alemania, Suiza
y Bosnia-Herzegovina dirigida por
Andrea Staka, "Das
fräulein"
(La señorita), con la guerra de Bosnia y la emigración de telón
de fondo. En Zurich, Ruza ha levantado con grandes sacrificios
un restaurante tras haber emigrado desde Belgrado. Ahora,
veinticinco años después, llega una joven señorita desde
Sarajevo, Ana, y comienza a trabajar en el local. La rutina y la
seguridad ganada a pulso por la dueña se verán pronto
tambaleadas por la vitalidad de la joven, más aún cuando se
entere de que padece leucemia. De factura moderna con encuadres
descuidados, abundancia de primeros planos, cámara tambaleante,
y con una fotografía hiperrealista de tonos fríos crea
atmósferas descorazonadoras, a la vez que se respira una
nostalgia de otra época en que había ilusiones y de una tierra
que ha perdido el tirón inicial. La historia está bien contada y
trasmite la tristeza de sus personajes y la amistad que va
surgiendo entre ambas mujeres. Por otra parte, el final abierto
que deja Staka no impide que el espectador salga con la
sensación de que esos individuos a la deriva no levantarán
vuelo.
Crónica,
martes 24 Octubre
Europa está cansada, triste, y busca esperanza allá donde
alguien pueda ofrecérsela. Al menos eso es lo que se deduce tras
ver las dos películas que la Seminci ha proyectado hoy en su
Sección Oficial. A primera hora,
Goran Paskaljevic
presentaba "Optimistas",
un largometraje estructurado en cinco historias que tenían en
común el escenario de la Serbia de posguerra, al actor
Lazar Ristovski
–con una enorme versatilidad interpretativa y capaz de trasmitir
fuertes emociones con primeros planos–, y una idea que el
director quiso remarcar en la rueda de prensa: la necesidad de
servirse de la imagen para hacer frente a aquellos oportunistas
–políticos en especial– que quieren aprovecharse de la gente de
buena fe vendiendo un falso optimismo, alejándola de una dura
realidad de la que fácilmente se olvidan. Paskaljevic bebe del
Voltaire más escéptico para presentar relatos en que sus
personajes necesitan soluciones y respuestas en su
desesperación, que sueñan con otras realidades, que resultan
manipulados y consolados en su engaño..., visión tremendamente
desoladora por la absoluta falta de confianza que genera. Son
reflexiones llenas de pesimismo, sea drama o comedia el
envoltorio, con las que termina su trilogía sobre Serbia
–iniciada con “El polvorín” y continuada con "Sueño
de una noche de invierno"–,
que piensa que pueden generalizarse a otros ámbitos y países.
Pero todo esto no impide valorar como se merece su fina y
punzante ironía en la escritura de historias y situaciones, o su
capacidad para adentrarse en el interior de sus personajes.
Alemania no ofrece una visión más optimista de los tiempos
actuales.
Bülent Akinci
ha traído a concurso la cinta "Der
lebensversicherer"
(El corredor de seguros), un auténtico drama con toques
esperpénticos y surrealistas para hablar también de la soledad
de un vendedor de seguros de vida, abandonado por su mujer y
que busca en la carretera –o en el suicidio– una salida a una
existencia amargada. Una factura realista y su fotografía
filtrada para dibujar ambientes fríos y desazonados son
recursos adecuados para transmitir un mensaje donde se vuelve
a criticar a los impostores que venden sueños de futuro. El
guión resulta pesado y reiterativo, a ratos confuso y poco
pulido. En definitiva, una crítica al mismo falso optimismo
para una sociedad de vuelta de todo y empeñada en regodearse
en su vaciedad, en huir de sí misma como el protagonista de la
historia, y necesitada de encontrar su lugar, que, como
siempre, se alcanza con el amor.
 |
Jens Harzer en
"Der lebensversicherer"
© 2006 Razor Film Produktion.
Todos los derechos reservados. |
Por la tarde hemos cambiado de continente para irnos al Japón.
La directora
Miwa Nishikawa
nos presentaba
“Yureru”
(Indecisión), una película de asesinato y juicio, que esconde
otra historia interior de sentimientos de culpabilidad y de la
fragilidad en unas relaciones fraternales. Takeru es un
fotógrafo independizado de su familia que vuelve a su pueblo
natal y se reencuentra con Chieko, novia años atrás y que ahora
trabaja con su hermano mayor. Los tres van al día siguiente de
excursión, y la chica se despeña por un puente colgante, siendo
acusado de homicidio el mayor de los hermanos. La cinta se
convierte en un interrogatorio judicial, con un guión que avanza
con dificultad y resulta previsible, que incluye innecesarios
insertos para reconstruir continuamente el momento crucial de la
tragedia, y con un carta en la manga guardada para un desenlace
que llega desinflado. Al trabajo le falta fuerza dramática y
capacidad para generar suspense, la trama entre los hermanos no
alcanza la emotividad requerida en sus encuentros y
desencuentros por causa de Chieko, y en cambio se excede en una
duración que sobrepasa las dos horas.
La Semana nos ha ofrecido otras posibilidades distintas a las
películas, con una apretada jornada. Se han celebrado hoy las
sesiones del ciclo Videojuegos Y Cine con varias comunicaciones
de expertos en torno a las influencias mutuas y al carácter de
entretenimiento, arte o vehículo de comunicación social del
videojuego. En esta sección, los próximos días podrán verse
películas como "Existenz"
(David Cronenberg),
“El padrino”
(Francis Ford Coppola),
“Corre, Lola, corre”
(Tom Tykwer),
“Tron”
(Steven Lisberger)
o "Lara
Croft: Tomb raider"
(Simon West).
También han tenido lugar los tradicionales encuentros con la
prensa y profesionales del cine, así como el Encuentro De Nuevos
Autores en el que varios directores españoles exponían sus
experiencias y perspectivas sobre el trabajo cinematográfico. Y,
por último, desde hace días pueden visitarse exposiciones como
la de
Pipo Fernández
con fotografías de rodajes de diversas películas en las que
participó, o la dedicada a
Julio Alejandro
en su labor de guionista, por ejemplo, de
Luis Buñuel.
Crónica,
lunes 23 Octubre
Con permiso de la Sección Oficial, hoy comenzaremos esta crónica
con una referencia a una gran película proyectada en Tiempo De
Historia. Se trata del documental
“Las alas de la vida”,
de
Antoni P. Canet, quien
recoge el testimonio de
Carlos Cristos, médico
que padece desde hace años una enfermedad degenerativa nerviosa
para la que no existe tratamiento, y que pidió a su amigo
abordar esos duros momentos de dolor y espera de la muerte para
ayudar así a cuantos se encontraran en situaciones similares.
Conversaciones que denotan una altura de espíritu encomiable,
imágenes de su labor asistencial en Ruanda o de su lucha diaria
por poner una sonrisa a las limitaciones crecientes, grabaciones
de la música que componía en otros tiempos o del programa de
divulgación médica en Radio Nacional..., todo hace que –tras el
lógico impacto inicial que causa la realidad de su estado– el
espectador vaya haciéndose poco a poco “amigo” de este hombre
que no tiene miedo a la muerte y que encuentra un sentido al
dolor. Todo un ejemplo de valentía y sentido de servicio, que
hay que hacer extensible a los que le rodean y al equipo de
filmación, que sabe crear una atmósfera de confianza y respeto a
su intimidad, y que conduce al público hacia otra manera de
mirar la enfermedad.
Los afectos perdidos en el parque madrileño por los personajes
de Felipe Vega resurgen hoy en Buenos Aires. Es
Hernán Gaffet
quien procura atraparlos en "Ciudad
en celo",
una comedia de tintes melodramáticos en la que cuatro amigos
solitarios se reúnen en un bar para contarse las pequeñas
historias de amor y desamor que sufren y padecen. Con indudable
gracia y algunos diálogos ocurrentes, el guión discurre de
manera previsible para desembocar en un final convencional que
pretende atar todos los hilos y cuadrar la vida. Como casi
siempre en el cine argentino, las interpretaciones gozan de
frescura, y salvan una película que tiene a la música de jazz y
tango como su quinto protagonista. Cinta sencilla sobre la
amistad y la inestabilidad sentimental que entretiene, pero cuyo
director se mueve en unos niveles más superficiales que su
compatriota de ayer en "Derecho
de familia".
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Imagen
de "Ciudad en celo"
© 2006 Alta Films.
Todos los derechos reservados. |
También los australianos han traído su crisis emocional a la
Semana con "Jindabyne",
de Ray Lawrence.
Unos amigos salen de excursión a pescar y descubren el cadáver
de una joven aborigen que ha sido asesinada y violada; sin
embargo, deciden mantener el plan trazado del fin de semana y
no informar a las autoridades hasta su vuelta al pueblo,
comportamiento un tanto irresponsable que traerá graves
consecuencias en sus familias y en la comunidad. Con restos de
superstición aborigen y un pasado enigmático que ha dejado
huella en sus protagonistas, Ray confecciona un drama
psicológico de ambientación inquietante, con una galería de
personajes –también los secundarios– muy bien dibujados, y que
son interpretados magníficamente, sobre todo
Laura Linney
y
Gabriel Byrne. Una
cuidada banda sonora da presencia a espíritus de otro mundo y
misterios sepultados por el río, y ayuda a que el espectador
asista a una de las mejores proyecciones del festival.
Crónica,
domingo 22 Octubre
Si ayer paseábamos por las calles de un suburbio de Manila donde
cada día significaba una lucha por la supervivencia, hoy es
Teherán la ciudad que sirve de marco para acercarse al paro y la
emigración. Pero la cinematografía iraní no es la filipina, y
Rafi Pitts
permanece fiel a esa manera de convertir cada imagen en poesía,
y eso aunque la realidad recogida sea tan dura como la que
muestra "Zemestan"
("It's winter") Una historia de dos hombres forzados a emigrar
por falta de trabajo, de una mujer olvidada y abandonada, y de
una niña que mira en silencio un mundo que no entiende. Tema
mínimo pero consistente rodado con una exquisita planificación,
dejando tiempo para la contemplación y buscando rostros llenos
de expresividad que trasmitan pesadumbre y desazón, con
abundantes primeros planos y una fotografía que sabe generar
atmósferas lúgubres. Pitts logra una obra sincera y sencilla que
sabe adentrarse en el mundo laboral iraní y también en el alma
de sus personajes, dejando un final abierto a la esperanza con
el toque sugerido del artista-poeta.
El contrapunto a la gravedad e interioridad del drama iraní
llegó de Argentina. En esta ocasión no hay trasfondo de crisis
económica ni corrupción política. Hay una deliciosa comedia
dirigida por
Daniel Burman
e interpretada por
Daniel Hendler, su
actor en "El
abrazo partido".
De aquella película retoma también en "Derecho
de familia"
el asunto de las relaciones de padres e hijos, con la mirada
nostálgica de Ariel Perelman hacia su padre, un abogado activo y
con un método particular de trabajo. Son recuerdos cargados de
la gratitud de quien ha recibido una última lección en la tarea
de ser padre, la de respetar el derecho del hijo a que decida
por sí mismo lo que quiere ser y el momento de llevarlo a cabo.
Con una presencia prolongada del narrador que evoca la figura
paterna, el guión rebosa frescura y gracia, y encadena
situaciones simpáticas y con mucha chispa, apoyado siempre en
una espléndida interpretación de su protagonista. La historia no
tiene grandes sucesos, pero el ritmo no decae en ningún momento
y el espectador de la Seminci ha disfrutado enormemente, con
risas durante su proyección y aplausos continuados a su término.
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Daniel Burman y
Daniel Hendler en el rodaje
de "Derecho de familia"
© 2006 Nirvana Films.
Todos los derechos reservados. |
No ha habido más Sección Oficial, con lo que hemos podido
acercarnos al ciclo Cine Entre Líneas para disfrutar de una
joya de
Billy Wilder,
“El gran carnaval”,
con un
Kirk Douglas
portentoso que encarna al periodista que busca y crea la
noticia hasta convertirse él mismo en noticia: poder de la
prensa, ética y arrepentimiento para una obra maestra del
cine, plenamente actual en su mensaje. Y la réplica de la
prensa española con nuestro
Ladislao Vadja
y su
“Séptima página”,
aquella reservada a los sucesos y en la que se recogerán
nacimientos y muertes, bodas y cancelaciones de enlaces,
accidentes e incluso asesinatos: eso es lo que les sucede a
los protagonistas de varias historias entrelazadas, con amores
y desamores como cauce narrativo, y con un guión de hierro que
acaba cerrando cada una de ellas.
Crónica,
sábado 21 Octubre
El día comenzó con una gran película, galardonada en el pasado
festival de Venecia y que aquí figura fuera de concurso. El
inglés
Stephen Frears
nos ofrecía en "The
queen (La reina)"
un retrato de la monarquía británica a partir de su actitud
silenciosa ante la muerte de Lady Di. Con un guión muy cuidado
que hilvana diálogos cargados de fina y sarcástica ironía,
disecciona un acartonado establishment lastrado por
protocolos y costumbres, y que cada vez se distancia más de un
pueblo que exige una modernización, y que abandera el por aquel
entonces recién nombrado Tony Blair. Pero esa crítica incisiva
se convierte poco a poco en una mirada respetuosa a la reina,
primera víctima de una educación basada en la privacidad de los
sentimientos y en la conciencia de representar a una institución
multisecular. Si el guión es extraordinario, también lo es la
interpretación de
Helen Mirren, quien ya
desde el primer plano, mientras es retratada por el pintor de la
corte, se gira y mira a la cámara trasmitiendo todo el aplomo y
personalidad que desplegará durante casi dos horas. Con imágenes
de archivo y una puesta en escena muy british, su
director logra una obra muy bien terminada y equilibrada,
respetuosa con todos y a la vez mordaz, bien documentada y que
se aproxima con elegancia a los miembros de la casa real como a
quienes vieron en Diana la “princesa del pueblo”.
A
Felipe Vega
le correspondió a continuación abrir la participación española
en la Sección Oficial. Y como ya hiciera en "Nubes
de verano",
vuelve a abordar situaciones de inestabilidad emocional y de
soledad. "Mujeres
en el parque"
funciona como retrato de personajes y de situaciones, con
individuos bien perfilados en los matices de su complejidad
interior –y muy bien interpretados–, con sus cobardías,
miedos, hipocresías y egoísmos, así como en la dificultad de
entendimiento en la pareja. Sin embargo, el guión incurre en
defectos que le restan agilidad narrativa, con subtramas que
apunta y no desarrolla, concesiones innecesarias, y un
desenlace con triple salto mortal que precipita el melodrama
hacia la tragedia y que provoca que la historia pierda
verosimilitud. Una buena aproximación a una generación que
carece de modelos válidos a los que mirar y que hereda su
desorientación, aunque el director no llegue a profundizar en
las raíces de esas familias rotas ni de esa fragilidad.
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Imagen de "Mujeres en el parque" © 2006 Alta Films.
Todos los derechos reservados. |
No es habitual que lleguen cintas desde Filipinas, ni a la
cartelera ni a los festivales. Por eso, había curiosidad por ver "Kubrador"
(La recaudadora de apuestas), de
Jeffrey Jeturian. Su
cámara al hombro baja a las calles de un barrio marginal de
Manila para seguir los pasos de Amy, una mujer que se ocupa de
recoger apuestas clandestinas para sobrevivir en un mundo de
incultura, superstición y corrupción. Pero los buenos deseos de
su director no bastan para sostener una propuesta anodina,
cansina, repetitiva en un desarrollo casi insufrible, con un
tono general realista salpicado de apuntes surrealistas que
pretenden hablar del juego entre la vida y la muerte. Algún que
otro pataleo en el pase de prensa, y algo para olvidar.
La jornada concluyó con un largometraje musical en torno al rock
argentino.
Sebastián Schindel
era quien firmaba
"¡Que
sea rock!",
que incluye temas populares de varios solistas y conjuntos
nacionales, además de una incursión en sus modos de vida,
carreras y sueños. Una propuesta exclusiva para quienes les
guste el género o estén interesados en él.
Crónica,
viernes 20 Octubre
Se abre el telón de la Seminci’51, y aparecen dos bebés que son
criados por una mujer de rasgos africanos. No son criaturas de
carne y hueso, sino dibujos animados de superficies planas, que
adquieren tridimensionalidad gracias a ricos y elaborados
escenarios a partir de la técnica infográfica. Estamos en el
Magreb medieval, en la época de máximo esplendor de la
civilización islámica. Los protagonistas son Azur y Asmar, dos
niños que han crecido como hermanos gemelos, aun cuando sean de
tierras, razas y culturas distintas. La intolerancia occidental
ha hecho que Asmar y su madre –a su vez nutricia de Azur– hayan
tenido que emigrar a su país de origen. Pero uno y otro alcanzan
la juventud con la ilusión de que llegue el día en que puedan
liberar del hechizo al hada del cuento que oían de niños una y
otra vez. Ese será su empeño y el de otros personajes, a cual
más distinto, que emprenderán hazañas en busca de un final
feliz.
Presentado por algunos como un cuento para niños, el carácter de
fábula atemporal de
“Azur y Asmar”
cobra actualidad en tiempos de crispación y enfrentamiento entre
civilizaciones:
Michel Ocelot
cuenta una historia sencilla y humana para defender la riqueza
en la diversidad, la superación de supersticiones y actitudes
racistas, y exaltar el heroísmo de aquellos que se ven obligados
a emigrar al otras tierras. Y lo hace con una factura
preciosista de colores vivos y de gran vistosidad, recreando
interiores a partir de arquitecturas árabes de decoración
miniaturista y exteriores también muy detallistas, que funde con
un estilo art-déco personal e inconfundible. Animación de enorme
belleza visual para una cinta que sabe combinar la silueta de
cuerpos y edificios con la expresividad de rostros y la
elegancia de escenarios. Un cuento lleno de magia pero que falla
en un guión que avanza a trompicones y de manera previsible, y
que supone un intento por endulzar la realidad con la fantasía.
La primera a competición ha llegado de México, de la mano de
Andrés León Becker
y Javier Solar. "Más
que a nada en el mundo"
es una pequeña película contada desde la inocente subjetividad
de una niña, que no entiende el mundo de los mayores y que
crea su propio imaginario a partir de sus miedos. Con recursos
propios de escuela de cine como la cámara subjetiva, una
fotografía tenebrista, el juego con el fuera de campo, la voz
interior de la niña asustadiza o el efectismo del sonido
reconstruyen una pesadilla infantil de monstruos y vampiros,
que no es mayor que la que sufren una madre que busca ahogar
su soledad en brazos de un hombre tras otro, o ese vecino
enfermo terminal que pasa sus últimos días con la sola
compañía de sus recuerdos. Al final, una película aceptable,
que por momentos parece querer emular a "El
espíritu de la colmena",
pero que no dice nada nuevo y repite tópicos en torno a la
vampirización de afectos, recuerdos e ilusiones.
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Imagen de "Más que a nada en el mundo"
© 2006 Conaculta, IMCINE, Centro
de CapacitaciónCinematográfica y Foprocine. Todos los derechos reservados. |
Al margen de la Sección Oficial, hemos tenido la oportunidad de
adentrarnos en la de Punto de Encuentro, con una película
húngara,
“Egyetleneim”
(“Mis medias naranjas”), de
Gyula Nemes, de
difícil valoración. Se trata de una tragicomedia burlesca en
torno a los ligues de un joven, que padecerá las lógicas
consecuencias emocionales cuando crea encontrar estabilidad en
su relación con una de las chicas. Hasta aquí, nada distinto a
tantas cintas que giran alrededor de la búsqueda y el desencanto
afectivo. Pero la novedad está en su estética y estilo
narrativo: cámara nerviosa o factura de video-clip con un ritmo
frenético, ruptura de la lógica temporal y espacial e imágenes
fragmentadas, historias entrecortadas y mezcladas, aparente
falta de hilazón argumental en muchos momentos,... todo lo
necesario para que el espectador deba permanecer muy activo, y
acabe subyugado por el atrevimiento y vanguardismo de su
lenguaje o también con dolor de cabeza. Nos inclinamos por lo
segundo, y por considerarlo un ejercicio un tanto pretencioso y
emulador de viejos maestros.
En el aspecto organizativo, la primera jornada nos tenía
reservada otra novedad, que se suma a las ya reseñadas ayer. Un
sistema centralizado e informatizado para la adquisición de las
entradas, incluso de aquellos que estamos acreditados. Intento
por modernizar y dar agilidad a este aspecto del festival, pero
que tendrá que esperar a mejor ocasión porque problemas de la
tecnología impidieron que acabase en buen puerto. De alabar es
la rápida rectificación de los responsables, que optaron por
volver al sistema tradicional, a la espera de perfeccionarlo
para nuevas ediciones.
Introducción: Nuevo
rumbo para la Seminci
Con las Bodas de Oro celebradas hace un año, la Seminci cerró
una etapa que coincidía prácticamente con el cambio de director.
Ahora, el nuevo patrón del barco, Juan Carlos
Frugone, ha decidido
darle aires nuevos, cambiar de rumbo y diseñar un festival para
el futuro. El golpe de timón que ha marcado supone un intento de
caminar con el curso de los tiempos, de crear un foro para el
diálogo cultural y también de apostar por jóvenes o desconocidos
cineastas, y eso necesariamente entraña riesgos.
Hay quien criticaba a la Seminci el haberse “instalado”
cómodamente en el calendario y servirse de otros festivales
trayendo películas “seguras”. Se le echaba también en cara el
vivir de rentas al haber descubierto tiempo atrás a “directores”
que ahora tenían “deudas de gratitud” con el festival, para
después haberse aburguesado y así perdido aquella capacidad de
sorpresa. Pues bien, esos inconformistas no podrán ahora decir
que Frugone no intenta recuperar aquel espíritu aventurero y
descubridor –ahora que Valladolid y el mundo celebran el V
Centenario de Colón–, a la búsqueda de nuevos nombres e
innovadoras tendencias. Valentía y audacia no le faltan, y
esperemos que tampoco acierto en la programación, aunque su
director ya se ha adelantado a comentar que «ha sido la mejor
selección posible, aunque éste no sea precisamente un año de
relumbrón, tal y como se ha visto en otros festivales» .
En esta dinámica de
renovación y apertura a nuevos mundos, la película elegida
para la inauguración será una obra de animación, algo
totalmente novedoso: el francés Michel Ocelot
("Kirikú
y la bruja")
presentará “Azur y Asmar”,
una fábula sobre la tolerancia elaborada a partir de técnicas
infográficas que combinan el volumen y las sombras con
superficies de color plano. Y la clausura correrá a cargo nada
menos que de un documental, "Once
in a lifetime: The extraordinary story of the New York Cosmos",
de Paul Crowder
y John Dower,
en torno al mencionado club de fútbol que se formó a base de
talonario. Entre medias, 22 títulos para la Sección Oficial,
15 de los cuales entrarán a concurso por las Espigas. Con el
auge vivido en los últimos años, se incluyen otros dos
documentales sobre temas de actualidad como el calentamiento
global del planeta ("Una
verdad incómoda",
dirigida por Davis Guggenheim
y presentada por Al Gore)
o la música contemporánea ("¡Que
sea rock!",
del argentino Sebastián Schindel).
También fuera de concurso, podremos ver la doblemente
galardonada en Venecia "The
queen (La reina)"
(Stephen Frears)
acerca de la muerte de Lady Di y su repercusión en la
monarquía británica, así como la comedia negra del español
Juan Carlos Falcón
"La
caja".
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Imagen de la cinta inaugural "Azur y Asmar"
© 2006 Diaphana Films. Todos los derechos reservados. |
Ya en competición, tendremos otros dos trabajos españoles,
"El
ciclo Dreyer"
de
Álvaro del Amo, y
"Mujeres
en el parque"
de Felipe Vega,
así como una co-producción con Argentina dirigida por
Daniel Burman,
"Derecho
de familia".
Excepción hecha del serbio
Goran Paskaljevic,
que ya ganó su Espiga de Oro (“La otra América”) y que ahora
vuelve con "Optimistas",
el resto de lo que se ofrecerá es una auténtica incógnita para
crítica y público, y llega procedente de los cinco continentes:
desde Egipto ("Omaret
Yacoubian",
de Marwan Hamed),
hasta Filipinas ("Kubrador",
de Jeffrey Jeturian)
o desde Japón (“Yureru”,
de Miwa Nikishikawa)
hasta Irán ("Zemestan",
de Rafi Pitts)
o Hungría ("Friss
levegö",
de Ágnes Kocsis).
Además, tendrán su cuota el cine alemán, francés, australiano y
argentino, pero en ningún caso habrán pasado por Venecia o
Cannes. Será una Sección Oficial competitiva totalmente abierta
“a priori”, con nada menos que siete filmes que opten al Premio
Pilar Miró al mejor nuevo director (dotado con 10.000 euros para
primeros o segundos largometrajes).
En la sección paralela Punto de Encuentro concursarán 13
películas de procedencia tan dispar como las de la Sección
Oficial. Habrá varias citas con el desamor, la cárcel, la muerte
o la búsqueda de un lugar en el mundo, temáticas que se adentran
en territorios sacudidos por la dictadura, el dolor, la guerra o
el desencuentro afectivo. Además, se ofrecerán dos sesiones
especiales con la proyección de dos clásicos del cine, ahora
restaurados: “Robinson Crusoe”,
única de Buñuel
en Hollywood y primera que realizó en inglés y en Eastmancolor,
inédita en España; y “Dios y el diablo en la
tierra del sol”,
película del brasileño Glauber Rocha
adscrita al movimiento Cinema Nouvo. Esta sección incluirá su
propia mirada al cine nacional con La Noche del Corto Español.
Más presencia española habrá entre los 18 documentales que
integran la sección Tiempo de Historia, con varios acercamientos
al pasado franquista, a la caza de brujas en el cine, o a temas
tan peregrinos como la producción industrial de comida o el
sistema de calificación de películas en Estados Unidos.
Cristóbal Colón tendrá su homenaje con un documental especial
que lo vincula a Valladolid, mientras que el ganador del primer
premio en la pasada edición, Fernando “Pino”
Solanas ("La
dignidad de los nadies")
presentará su “Argentina latente”,
otra sorpresa en la Seminci al tratarse de un trabajo aún en
construcción.
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Imagen de la cinta que clausurará el festival, "Once in a
lifetime: The extraordinary story of the New York Cosmos"
© 2006 Miramax Films.
Todos los derechos reservados. |
La conmemoración del 150 aniversario del periódico local El
Norte De Castilla sirve de excusa perfecta para la confección
del ciclo Cine Entre Líneas, que dará cabida a veinte películas
sobre el mundo del periodismo, con obras de
Wilder,
Welles,
Hawks,
Lang
o Pakula,
entre otros. Además, el director Pedro Olea
tendrá su propio ciclo con 15 trabajos para el cine y la
televisión –además de una publicación sobre su obra–, lo mismo
que el dedicado al indio Satyajit Ray
–autor de la obra maestra “La trilogía de Apu”– del que se
proyectarán cinco filmes restaurados e inéditos en España. Y
como otros años, una sección de Spanish Cinema que recupera lo
mejor del año español para ofrecérselo principalmente al
espectador venido de fuera de nuestras fronteras.
Si las novedades reseñadas hasta aquí no fueran suficientes,
Frugone y su equipo han introducido en la presente edición una
sección para analizar las influencias mutuas entre el cine y los
videojuegos, con seis películas paradigmáticas, dos mesas
redondas para el debate y otras actividades
lúdico-experimentales relacionadas con el tema. Será un intento
por reflexionar sobre el lenguaje audiovisual del futuro y que
se prolongará, al menos, durante los dos próximos años.
Mucho cine y muchas incertidumbres en esta edición que no
contará con grandes estrellas del celuloide, pero que recupera
personalidad e identidad, que se atreve a adentrarse en alta mar
a la captura de la modernidad y del buen cine. El intento merece
el apoyo y la confianza de todos: ya habrá tiempo para valorar
lo conseguido al término de estos días de inmersión
cinematográfica.
Crónicas por
Julio Rodríguez Chico
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